Es posible afirmar, entonces, que los hablantes organizarán sus experiencias de vida como anécdotas, pequeñas narraciones, es decir, relatos. Para superar la ambigüedad o la confusión de las definiciones de un relato elemental, Adam propone una serie de criterios que definen al texto narrativo desde una perspectiva lingüística y pragmática, es decir del uso del lenguaje.
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⁶Jean Michel Adam, Le texte Narratif, Paris, Nathan, 1994(traducción para la cátedra de Karine Gaudry)
Para esta lingüística, la existencia de un sujeto –ya se animado o inanimado, siempre ubicado en un tiempo (momento) –y de los predicados –lo que se dice que hace este sujeto o lo que le ocurre, ya que éste puede ser agente o paciente –en una sucesión de tiempo organizado en función de la búsqueda de un fin, es un relato. Pero estos acontecimientos deben tener algún interés humano, en el sentido de interés por un hombre, que unifique las acciones.⁷
Es importante destacar que los componentes básicos que Adam reconoce deben darse en conjunto y no aisladamente, aunque los separa con fines explicativos. Estos componentes son la sucesión de acciones, la unidad temática y los predicados transformadores. En los relatos que surgen durante entrevistas es posible encontrar interrupciones en las que se realizan comentarios, se emiten opiniones o se refieren otros temas, pero del destinatario puede reponer o recuperar la unidad del relato.
La sucesión temporal de acciones está organizada por una finalidad, ya que el orden temporal de las acciones narradas se establece en función de una conducta orientada hacia un fin. Una lista de acciones ordenada cronológicamente no configura un relato. El narrador selecciona y organiza las acciones a partir del motivo de interés.
La unidad temática, la búsqueda de un fin con interés humano, será el factor unidad, sin importar que las acciones las realicen distintos sujetos o que se trate de un sujeto colectivo, por ejemplo, el partido, el Estado o la Iglesia.
Conjuntamente, se encuentran predicados transformados: las acciones que se le atribuyen al sujeto intentan revertir una situación negativa en positiva, o una carencia en posesión. “En cada relato, los actos puestos en escena tienden a su realización, aunque no siempre lo logren (si no lo logran la primera vez se desarrollarán episodios-secuencias).”⁸
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⁷La definición de relato que realiza Adam coincide con el desarrollo que hace Paul Ricoeur, en cuanto a la acción como central, al dinamismo que supone esta acción y a la finalidad que las unifica. Estos conceptos se exponen en el capítulo “La teoría narrativa de Paul Ricoeur”.
⁸Adam, op. Cit.
Todos estos elementos se organizan en un proceso; el término proceso indica que el encadenamiento de las acciones no se da en función de la sucesión cronológica, porque vienen unos después que los otros, sino como consecuencia de acciones previas, que determinan los cambios o transformaciones que las constituyen. Este criterio es clave para determinar en las narraciones resultantes de las entrevistas cuando un entrevistado solo describe acontecimientos como una simple cronología y cuando enlaza de manera propiamente narrativa a los acontecimientos. Es, además, imprescindible para determinar si hay o no una trama. Dicha característica implica la problematización de la selección de acontecimientos que corresponden a la secuencia narrativa. Es decir, que la elección recaerá sobre aquellas acciones que el autor considera significativas para llegar a ese fin.
El siguiente relato elemental extraído de una entrevista es útil como ejemplo. Ante la pregunta sobre cómo conoció a su marido, una señora de alrededor de 70 años contesta:
Éramos jovencitos, yo iba a bailar los sábados al club del barrio, me acompañaba mamá, claro, y él estaba siempre pero no me daba bolilla porque… bueno… buscaba otro tipo de mujeres. Hablé con un amigo suyo, él me invito a bailar pero solamente una pieza y después se fue. Le dijo al amigo que yo era muy chica, que no quería tener problemas, pero yo insistí. Empecé a ir al baile con una prima que era más grande que yo en vez de ir con mi mamá hasta que se fijo en mí y me pidió si podíamos vernos otro día. Y así fue todo.
Como se puede observar, el proceso está organizado a partir de una citación inicial, exposición-orientación, que establece las circunstancias y el e4stado inicial de los personajes. Las narraciones suelen comenzar ubicando temporal y espacialmente los hechos, así como los personajes que intervendrán. En el ejemplo, “Éramos jovencitos, yo iba a bailar los sábados al club del barrio, me acompañaba mamá, claro, y él estaba siempre…”, debe tenerse en cuenta que no siempre la exposición se ubica al comienzo del relato, este puede comenzar repentinamente e incluir la exposición mas adelante.
El narrador suele introducir luego un motivo dinámico que destruye el equilibrio de la situación inicial “…pero no me daba bolilla porque…bueno…buscaba otro tipo de mujeres”. Éste es el nudo, que inicia la intriga: “… hablé con una amigo suyo, él me invitó a bailar pero solamente una pieza y después se fue. Le dijo al amigo que yo era muy chica, que no quería tener problemas, pero yo insistí. Empecé a ir al baile con una prima que era mas grande que yo en vez de ir con mi mamá…”.
Por último, se llega a la resolución, que permite terminar la secuencia, en el caso de que no se haya logrado el fin, o permite terminar el relato, si se ha alcanzado la finalidad. Esta instancia, la resolución, restablece una nueva situación de equilibrio pero con los sujetos transformados: “…hasta que se fijó en mi y me pidió si podíamos vernos otro día”. En la resolución, el narrador puede incluir alguna frase que indique que la narración terminó; está es la función del último segmento del ejemplo: “Y así fue todo”.
Ante la misma pregunta, la narradora podría haber contestado que conoció a su marido en un baile, que al principio no le correspondía pero que después sí se fijó en ella y se pusieron de novios, lo cual no había constituido un relato. Sin embargo, la narradora eligió los acontecimientos para dar cuenta de la finalidad de sus acciones, en este caso la conquista. Seleccionó, entretejió y organizó las acciones en una trama narrativa.
Todo relato contendrá también una evaluación final, explícita o implícita, una cláusula que sirve para señalar lo realmente importante. El emisor tiene fórmulas, frases como “pero ahora viene los mejor”, “ni te imaginás lo que pasó después”, “escuchá esto…”, para indicar la importancia ya sea de lo que contará, o de los que contó, como también la necesidad de una introducción o de detalles que parecen irrelevantes pero que, como el oyente podrá comprobar, completarán el relato.⁹
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⁹Las evaluaciones explícitas son características del relato oral y más cuando se trata de un relato surgido a partir de una entrevista, ya que el entrevistado busca el acuerdo o la aceptación de lo que narró. En cambio, en los relatos escritos literarios modernos, no es admitida e incluso si aparece puede ser irónica, es decir que tiene un sentido diferente de lo que se expresa, como sucede por ejemplo en el cuento de Rodolfo Walsh “Fotos”, analizando en el capitulo “La voz narrativa”, en el que la evaluación que hace el Negro Tolosa de la vida de Mauricio Irigorri es totalmente distinta de la que harán ala mayoría de los lectores.
“Los relatos de vida son elaborados en el dialogo de una entrevista (…) son (por lo tanto) producto de narraciones conversacionales, (…) se trata de un relato a dos voces” afirma Magdalena Chirico en el texto ya citado.
A un investigador de las ciencias sociales, el reconocimiento de las características de dichos relatos le facilita la aplicación de las categorías de análisis correspondientes a su área de estudio.
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